miércoles, 22 de mayo de 2019

Travesía El Quinche - Oyacachi - Marzo 2019


El Quinche-Oyacachi
El día sábado 6 de abril de 2018 a las 12:30 me reuní con Gustavo Vaca en la ciudadela la Colina de San Rafael, Cantón Rumiñahui Provincia de Pichincha conforme a lo acordado, procediendo a realizar una pequeña revisión de equipo mientras esperábamos llegada de Jorge Ortiz y Anita Belén. Una vez reunidos todos los aventureros y siendo las 13:30 nos pusimos en camino haciendo una breve parada en un centro comercial de la localidad para afinar los requerimientos del campamento.
Nuestro destino era la Parroquia de Oyacachi vía el Quinche para lo que contábamos con las referencias de Oswaldo Gomezjurado, producto de un viaje anterior. Para el efecto nos enfilamos al punto de partida de la expedición en la Ciudad del Quinche, considerando que ya era mediodía y el tiempo transcurrido entre el traqueteo de compras y revisión de la ruta a tomar se hizo necesario recargar el estómago de los expedicionarios y dudando y dudando donde sería lo más adecuado dejamos atrás los hornados de Sangolquí, las fritadas de Checa, con la esperanza y fe de que El Quinche proveerá de algo digno de nuestra finura y recato.
El Quinche
Así avanzamos hasta esta localidad y luego de una breve inspección gastronómica del lugar con excepción del mercado no avizoramos un digno lugar para exigentes comensales. Ante tal disyuntiva nos vimos forzados a preguntar a los lugareños donde podríamos encontrar algo bueno para comer y nos encaminaron hacia el ¨Pollo del Colombiano¨, la mejor comida en la ciudad del Quinche y nos servimos los típicos combos: 1) arroz, papa, pollo y cola; 2) papa, pollo, arroz, salchicha y cola; 3) cola, papa, pollo, cola, huevo frito y 4) arroz, pollo, papa y cola.
Una vez satisfechos buscamos las referencias del GPS para localizar las calles de origen y destino, las mismas que ninguno de los habitantes consultados nos daban razón, en mi calidad de navegante y a falta de una brújula entre vueltas y vueltas el norte se me perdía constantemente, pero la casualidad y la buena fortuna nos puso en nuestro delante las calles correctas por las cuales nos enfilamos al destino programado.
Este camino que se orientaba en dirección oeste-este era un camino empedrado y a veces sin empedrado, a veces sin huecos a veces con huecos pero en general un buen desafío para los Nivas. La pendiente variaba de mediana a fuerte alternadamente y es utilizado por los acopiadores de leche de las haciendas y pequeños productores del lugar principalmente.
Como referencia para futuras expediciones vale indicar que a la fecha de la expedición el camino no cuenta con señalización, por lo que se debe preguntar por el caserío de ¨Quisquillas o para Pambamarca¨ caso contrario si se pregunta a los lugareños donde esta Oyacachi nos dicen ¨están perdidos¨ , ¨regresen a la Panamericana y allí pregunten¨. Sin embargo la tenacidad de los exploradores dio sus frutos y haciendo caso omiso de la poca fe de los lugareños avanzamos poco a poco, entre curvas y caminos cerrados, dando retro y retomando lo que se podía, seguimos ascendiendo poco a poco a poco dejando atrás los pastizales y pequeños sombríos hasta alcanzar los primeros pajonales a aproximadamente a unos 3600m.s.n.m. (altura que aparecen los primeros pajonales) y así se culminó el ascenso.
Complejo Arqueológico
En este punto y siendo las 17:00 se nos presentó una altiplanicie y un primer y único rótulo informativo indicando que estábamos dentro de la Reserva Cayambe-Coca y además en la reserva arqueológica denominada (Quito-Loma), la misma que saber de los entendidos sería una construcción militar Inca-Cayambi o Pucará desde donde se observa Guayllabamba, Cayambe, Tabacundo, El Pisque entre otras zonas y que sería utilizado en ese entonces para ver los avances militares provenientes del Norte. Desde el rotulo informativo hasta el mismo sitio del Pucara tomaría una hora de caminata por lo que debido a la hora y la falta de oxígeno lo dejamos pendiente de conocer para la próxima travesía por el lugar.
Pucara Quito-loma
Aquí registramos digitalmente nuestra primera hazaña y continuamos por el único camino por aproximadamente dos kilómetros hasta llegar a una zona del altiplano densamente poblado compuesto por caseríos y minifundios llamada Pambamarca en donde predominan los cultivos de cebolla, cebada y papas con una superficie aproximada de unos 40 Km cuadrados y una red de caminitos que requieren de múltiples averiguaciones y muchos retros hasta que finalmente uno de ellos empata con el camino principal que asciende desde Cangahua a Oyacachi.
El trayecto entre El Quinche y la vía principal nos tomó alrededor de tres horas y una vez en el camino principal el cual no ha mejorado desde los últimos 5 años nos tomó una hora más para llegar a Oyacachi en medio de una pertinaz garua, llovizna y un camino lodoso y resbaloso.
Conforme nos aproximábamos a la población se observó un crecimiento urbano notable en estos cinco años, de chozas de barro a notables construcciones de dos y tres plantas básicamente dominadas por la madera (deforestación) posiblemente orientadas al turismo. Una vez en el pueblo nos dirigimos al parqueadero del balneario e ingresamos al balneario cuyo costo de ingreso fue de us 6.00 por persona incluido la acampada. El balneario mostro notables mejoras en su infraestructura, tales como el puente colgante de ingreso ya no es colgante, casas nuevas para acampar bajo techo, baños en excelentes condiciones, más piscinas, etc. Lamentablemente al haber construido más piscinas, la capacidad de la fuente termal u ojo termal no satisface la demanda por lo que las piscinas se mantienen a una temperatura abrigada de (36 a 40 C) como las del Tingo o la Merced de Pichincha y quizá no satisfaga la expectativa de muchos turistas que buscan aguas termales calientes como las de Papallacta o Baños (42 a 45 C), pudiendo afectar la retornabilidad de los turistas.
Siendo las 6 pm comenzamos a montar nuestro campamento bajo techo y luz eléctrica y con la novedad de que no contábamos con leña para abrigarnos durante la noche, ante lo cual recurrimos a la asistencia y ayuda del guardia de turno balneario, el señor Parión quien nos consiguió y vendió aproximadamente unas 40 libras de leña seca y húmeda a la vez. Con este bien energético comenzó la gloria y el castigo. La gloria de contar con la luz y el calor del fuego y el castigo del humo acérrimo que atacaba nuestros ojos y pulmones. Anita Belén debió refugiarse afuera del refugio para respirar y no llorar. Los varones fumadores debíamos dejar de fumar para equilibrar el ambiente. Nuestras familias debieron soportar el olor de la llegada y no se salvaron ni los sleeping bags, ni las carpas, ni la ropa guardada de reserva dentro de las mochilas y algunas prendas aún conservan un aroma ahumado persistente.
Una vez acostumbrados al humo preparamos, un impecable asado gourmet preparado por Jorge Ortiz, una sopita maggi con olla prestada del lugar y una copita de licor nos hizo olvidar el viejo y requemado aceite de las papas fritas del mediodía y al calor de la fogata comimos, conversamos y cantamos hasta el amanecer.
Una vez llegada el alba advertimos que nuestros vecinos de campamento habían abandonado el lugar sin decir adiós, sin saber si se fueron por madrugar, por el humo de la fogata o nuestra tertulia y un tanto apesadumbrados preparamos el desayuno y nos dimos un merecido baño en las aguas termales de Oyacachi.
A las diez de la mañana levantamos el campamento y comenzamos el retorno. Una mañana soleada nos acompañó durante el regreso y avanzamos hasta Pambamarca en donde tomamos un pintoresco desvío o variante del camino principal el mismo que nos llevó directamente hasta la panamericana casi junto al obelisco de Cayambe sin pasar por Cangahua ni zona habitada alguna.
Cayambe
Junto al Obelisco nos reunimos para considerar la compra de los famosos biscochos de Cayambe y una vez acordada la compra nos dirigimos al centro de Cayambe, junto al cementerio en donde, según dicen los entendidos se elaboran los mejores biscochos, los denominados ¨biscochos del cura¨. Una vez adquirido el presente cayambeño nos despedimos los aventureros debido a que tomábamos rumbos diferentes Jorge Ortiz y Anita Belén debían retornar a Quito por la panamericana y Gustavo Vaca y el suscrito nos dirigíamos al valle de los Chillos.
En honor a la verdad es todo lo que he podido recordar y relatar y si algo me olvido es tal vez por al humo o en el peor de los casos y si Dios no quiera por alguna copita de más.
Atentamente.
Rubén Tamayo.